Los termómetros forman ya, parte del botiquín básico de primeros auxilios, su uso se ha vuelto tan cotidiano que pocas veces reflexionamos sobre los dispositivos médicos que llegan a nuestras manos, pero que sin duda han revolucionado la salud y la forma en l que se diagnostica una enfermedad.
Basta con pensar en los días en los cuales, no se contaba con una forma precisa de medir la temperatura corporal. Anteriormente, las personas se ayudaban sólo de las manos para determinar si un paciente tenía fiebre o no, sin embargo el procedimiento resultaba poco preciso y tardío. Hoy, saber si uno de los integrantes de la familia tiene fiebre o no, se ha facilitado de manera tan impresionante, que en cualquier farmacia es posible adquirir un termómetro preciso y confiable. Sin embargo, a través de la historia, se ha hecho un gran recorrido de experimentos y pruebas con distintos materiales para hacer posible que el termómetro que hoy llega a nuestras manos, sea económico, seguro y que además, nos permita reconocer cuando se requiere atención médica, ya que prácticamente cualquier visita con un profesional de salud, inicia con la toma de temperatura corporal.
Desde hace 400 años, Galileo Galilei inventó un termoscopio, predecesor del termómetro que ahora conocemos, ya que contaba con una graduación que incorporó Santorre Santorio, posteriormente, Daniel G. Fahrenheit en 1714 implementaría el uso de mercurio, dando como resultado un dispositivo de diagnóstico que se volvió un hito en la historia de la medicina.
Hoy, los termómetros de mercurio, se encuentran en desuso, debido a que provoca serios problemas ambientales y de salud, por lo que se plantea eliminar por completo este tipo de termómetros que ha sido utilizado durante generaciones completas. La oferta incluye ahora, dispositivos digitales e infrarrojos; orales, axilares y rectales. Óticos y de frente, pero básicamente, se recomienda seleccionar uno de acuerdo a las características físicas del paciente.
Diferentes formas de medir la temperatura.
- Temperatura oral o bucal. Es una forma con la que la mayoría de las personas, se encuentra familiarizada, se trata de una forma cómoda y segura. Sin embargo resulta difícil hacer una lectura en niños pequeños o bebés, pacientes inconscientes o confusos.
- Temperatura rectal. Es la más exacta, pero la más incómoda de tomar. Está indicada en niños menores de 6 años y en enfermos inconscientes. Está contraindicada en pacientes con cirugía o trastornos rectales, con yeso en la pelvis o en las extremidades inferiores.
- Temperatura axilar. Se trata de una forma cómoda y segura, pero es la menos exacta, ya que el termómetro puede moverse.
- Temperatura ótica. Es una forma rápida, segura y poco invasiva. Ampliamente utilizada en niños pequeños, pero no bebés menores a 3 meses de edad.
- Temperatura en la frente. Es una forma segura y cómoda. Sin embargo, la temperatura puede variar debido a un efecto llamado vasoconstricción, por lo que a veces la frente, puede registrar una piel fría y no mostrar la temperatura precisa.
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