La pandemia y pospandemia han servido para resaltar la fragilidad social en torno a la salud mental y cuán crítica es para nuestra existencia.
Las estimaciones de la OMS previas al Covid-19 indicaban que los trastornos mentales le costarían a la economía mundial al menos 6,000 millones de dólares en términos de pérdida de productividad para 2030 y que una de cada cinco personas en todo el mundo desarrollaría una afección de salud mental a lo largo de su vida. Además, se estima que la pandemia ha provocado un aumento del 25 al 27% en la prevalencia de la depresión y la ansiedad en todo el mundo.
La mala salud mental se asocia asimismo a los cambios sociales rápidos, a las condiciones de trabajo estresantes, a la discriminación y los mandatos de género, a la exclusión social, a los modos de vida poco saludables, a los riesgos de violencia y mala salud física y a las violaciones de los derechos humanos.
Un año en progreso: la inteligencia artificial (IA), la realidad virtual (VR) y los juegos se han destacado cada vez más en el tratamiento y la gestión de la salud mental.
Terapia dirigida por IA
Los chatbots impulsados por IA que se centran en la terapia y el cuidado personal están ganando protagonismo. Las herramientas dirigidas por IA, como el software de reconocimiento de voz Ellipsis, escuchan y buscan signos de angustia emocional, mientras que el agente relacional Woebot tiene como objetivo ayudar a las personas a hablar en situaciones difíciles y practicar técnicas de terapia cognitiva conductual (TCC). Aunque no reemplazan el quehacer humano, funcionan como herramientas para la obtención de datos e información importante para el tratamiento de los pacientes.
La conectividad:
La regulación es el tema central pues las preocupaciones sobre la legitimidad y seguridad de los chatbots terapéuticos impregnan la industria médica y los sistemas de salud y los temas de regulación deben considerar temas de seguridad y privacidad.
Acceso a la salud para todos
El acceso y la escalabilidad han impulsado la innovación. Si bien algunas empresas buscan terapias digitales, que requieren que las personas busquen una receta para una aplicación de realidad virtual digital de un médico, el mayor potencial radica en las aplicaciones de bienestar mental escalables a las que cualquiera puede acceder, en cualquier momento.
La salud mental ha cobrado un foco de importancia necesario, en México no existe realmente un enfoque preventivo, de autocuidado y de educación psicoemocional. Cuando una persona siente que algo no funciona no lo atiende oportunamente por desconocimiento o falta de información y es probable que recurra a remedios, adicciones o creencias religiosas para mitigar los síntomas, dando por resultado diagnósticos inexistentes o tardíos con posibles complicaciones comorbilidades mentales.
El uso de la tecnología pretende llegar a un porcentaje mayor de la población. No hay salud, sin salud mental.