El tracto gastrointestinal es bastante largo, de aproximadamente unos 30 pies, se retuerce y gira con frecuencia. Es un órgano que siempre está segregando algo, está lleno de jugos gástricos, jugos pancreáticos, ácidos biliares y desechos. Existen diferentes pruebas y métodos de imágenes para el diagnóstico de patologías pero siendo un órgano tan complejo, puede resultar difícil encontrar respuestas sin cirugía.
Aproximadamente el 70% de la población mexicana y norteamericana padece algún malestar digestivo que puede ir desde acidez, inflamación, ruidos o gases hasta síndrome del intestino irritable, afirmó Guadalupe Herrera, Delegada del Instituto Danone de México.
De acuerdo a las cifras de la World Gastroenterology Organization, el 50% de las personas que padecen algún malestar digestivo no obtienen un diagnóstico ni tratamiento adecuado debido a que la población en general tiende a pensar que es algo normal y que los padecimientos gastrointestinales desaparecen por sí solos.
Cuando se trata de afecciones graves, la mayoría de los gastroenterólogos no se apresuran a operar. En su lugar, confían en un endoscopio, un dispositivo compuesto por un tubo flexible con una luz y una cámara en un extremo, esto les permite ver el interior del cuerpo de una manera no tan invasiva. Sin embargo, los endoscopios pueden ocasionar infecciones o complicaciones. Además, pueden ocurrir estrechamientos a medida que avanzan por el intestino y existe el riesgo de «perder algo importante».
Los nuevos robots de tecnología médica, resultan menos invasivos, son seguros, evitan riesgos y complicaciones para el paciente.
Enviar robots al intestino puede leerse radical, sin embargo está práctica se realiza desde 1957, cuando se utilizó la primera píldora estomacal que medía las ondas de presión del intestino delgado.
Investigadores del Instituto de Massachusetts, crearon un nuevo robot pensando en origamis. El robot está hecho de dos capas de intestino de cerdo seco intercaladas con una capa de envoltura biodegradable que se encoge cuando se calienta, esto permite que se comprima como un acordeón en una forma fácil de tragar. Una vez tragado, el dispositivo se abre en su tamaño completo, es dirigido usando campos magnéticos.
El robot podría utilizarse para atrapar una batería de litio tragada, curar una herida o administrar medicamentos. Cuando la cápsula se disuelve, las fuerzas que actúan sobre el robot deben ser lo suficientemente fuertes como para que se despliegue por completo
El robot puede adherirse a una batería de botón con su propio imán y luego puede ser guiado a los intestinos para que pueda ser excretado. Usando una sola cámara, pueden medir velocidades y posiciones que luego ayudan a guiar el dispositivo mientras navega por el colon.
Sin duda este tipo de dispositivos aportan beneficios para los pacientes y estudios más precisos sobre los padecimientos y afecciones gastrointestinales, para lograr diagnósticos oportunos que permitan tratamientos exitosos.