En México ocurren 130 mil accidentes por quemaduras al año y cerca del 5.7% de la población general sufrirá alguna quemadura en su vida que requerirá de atención médica. Las quemaduras no fatales son una de las principales causas de morbilidad, que incluye hospitalización prolongada, desfiguración y discapacidad, lo que suele generar estigmatización, rechazo y exclusión social.
Por lo anterior, científicos mexicanos desarrollaron biopiel a partir del agave, con el fin de tratar quemaduras graves en los pacientes afectados. Se trata de polisacáridos obtenidos a partir del agave azul, luego se crean parches microporosos que se injertan en la piel quemada, permitiendo el crecimiento de las células y la regeneración de las mismas. Si bien es cierto que pueden utilizarse otras plantas para la elaboración de parches, el agave azul fue elegido por sus propiedades, como la resistencia, pues requiere ser sometido a temperaturas muy altas para su esterilización y por la humedad que mantienen los azúcares en la planta, que regularmente se crece en lugares áridos.
Cabe mencionar que partir de un cuarto de piña de la planta de agave, pueden obtenerse hasta 1000 implantes dérmicos de 5x7cm, para lograrlo, la materia prima se convierte en un gel, posteriormente se deshidrata por liofilización, un proceso de deshidratación usado generalmente para conservar un alimento perecedero o hacer el material más conveniente para el transporte, sin otro proceso adicional, se obtiene un material microporoso color carne capaz de moldear la piel.
“Para pacientes con quemaduras se diseñan en forma de hojas de cinco por siete centímetros; sin embargo, según el tamaño de la herida pueden unirse una por una y ajustarse como se desea. El material simula una malla que al injertarse permite en ella el crecimiento de las células del paciente; al provenir del mismo ADN del individuo dañado, el tejido se regenera con un color similar al que siempre ha tenido”, subrayó Sullivan Barrera, quien trabaja en la empresa de bioimplantes que desarrolla la biopiel.
Los parches están diseñados para personas con heridas de segundo y tercer grado, que se consideran las más graves. A partir del día 18 de su colocación, se libera automáticamente silicona, en donde la malla se convierte en parte de la piel, ya que cuando existe daño profundo en las capas de la piel, se complica la formación de tejido cicatricial porque no existe una estructura para que las células crezcan y formen la piel nuevamente. «El cuerpo humano solo requiere un tipo de ≪andamio≫ para que las células se adhieran a él, nuestros implantes brindan ese soporte» dijo el también maestro en administración de negocios.
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