Hoy, resulta difícil pensar en atención médica sin incluir dispositivos médicos para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de padecimientos en la población. El sector de dispositivos médicos, crece a pasos agigantados a la par del desarrollo tecnológico, nuevos avances científicos y descubrimientos, abren horizontes inimaginables hasta hace apenas unos años atrás, la noticias anuncian nuevos descubrimientos para el tratamiento de enfermedades y los gobiernos e instituciones de salud, tienen el compromiso de acercar nuevas oportunidades a la población con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes, garantizar el derecho a la salud y acercarlos a nuevas tecnologías que incluso, pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
La responsabilidad es amplia, pues aunque se vislumbran innovadores descubrimientos, existe la obligación de proteger a los pacientes garantizando su seguridad y ofreciendo alternativas responsables que cumplan con las normas y requisitos necesarios, con materiales, datos, decisiones y políticas transparentes, vinculados a la visión general de la equidad y la rendición de cuentas; sin importar lo bueno o increíble que pueda resultar un dispositivo médico nuevo, éste, tiene que someterse a la legislación sanitaria de su país de origen y de las normas internacionales que posibiliten su venta segura, se requiere atravesar procesos de farmacovigilancia e incluir los reportes de los usuarios y diagnósticos de los médicos que los recomiendan, el trabajo no es menor, por lo anterior, las tecnologías sanitarias, también se someten a evaluación. En nuestro país, alcanzar este objetivo representa grandes desafíos, la universalidad de los servicios implica brindar cobertura a todos los mexicanos y homologar los paquetes de intervenciones entre los diferentes segmentos de la población atendida por los diversos prestadores públicos de servicios a nivel nacional, así como asegurar el acceso efectivo a servicios de salud garantizando la calidad y la equidad en la atención.
La evaluación es un componente clave para apoyar la toma de decisiones basada en la evidencia mediante la promoción de tecnologías, aumentando la calidad del sistemas de salud y evitando la utilización de tecnologías dudosas, ésta se refiere a la evaluación sistemática de las propiedades, efectos y/o impactos de la tecnología sanitaria. Es un proceso multidisciplinario para evaluar los aspectos sociales, económicos, organizacionales y éticos de una intervención sanitaria o tecnología sanitaria. El propósito principal de realizar una evaluación es recopilar datos y tomar decisiones en función a los parámetros obtenidos.
Dentro de los objetivos y prioridades principales de la evaluación se encuentran:
- Acceso efectivo: Comprende a toda la población, sin importar su ubicación, nivel socio-económico u otro factor que impida garantizar el derecho a la salud a todos los mexicanos.
- Calidad en el servicio: Se busca modernizar clínicas y unidades de salud, equipos y dispositivos médicos que faciliten la atención en salud, disminuyan costos y permitan diagnósticos más tempranos y precisos.
- Prevención: Hoy en día, existen dispositivos médicos que cumplen una importante función de prevención, desde aquellos que toman presión arterial o miden niveles de azúcar, hasta aquéllos que previenen al paciente antes de sufrir un ataque al corazón,. La prevención, evitará tratamientos más costosos, gastos en traslados y una significativa mejora en calidad de vida.
Asegurar el acceso efectivo a la salud con calidad y eficiencia de los dispositivos médicos, para que todos los mexicanos reciban una atención de calidad y homogénea, es el reto del sistema Nacional de Salud y la evaluación de tecnologías sanitarias, constituye un punto clave y determinante para alcanzar los objetivos establecidos.
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