El cáncer de piel, es una manifestación de daño solar acumulado: la excesiva y constante exposición solar, desde la infancia y sin cuidados, es el factor número uno. Cuando la piel se pone roja después de asolearse es señal de alarma, pues en algunos años se podría desarrollar cáncer del piel.
Existe una creencia popular acerca de que las personas con piel morena, son más resistentes al sol y por ello se deja de priorizar el cuidado de la piel. Sin embargo, los mexicanos y debido a una predisposición genética relacionada al mestizaje que nos vuelve portadores de genes caucásicos, nos hace vulnerables a padecer cáncer de piel, enfermedad responsable del 80% de las muertes asociadas a este padecimiento.
Existen varios factores de riesgo a considerar, según el Instituto Mexicano de Cancerología, no es normal la aparición de lunares después de los 30 años; cuando acude un paciente con ojos y piel clara, cabello rojizo y con más de 50 lunares, antecedentes familiares con cáncer de piel o páncreas; se realiza un estudio inmediato. Se trata de un mapeo del cuerpo por medio de fotografías digitales con el fin de analizar la morfología de los lunares: tamaño, color y estructura.
Un lunar es la proliferación benigna de células (melanocitos) que producen melanina, es decir, el pigmento que le da color a la piel; aparecen por genética y/o por la exposición a la radiación solar. El lunar no debe crecer y tampoco cambiar de forma.
Regularmente, si el médico sospecha de algún lunar maligno, se extraerá el área que causa preocupación y se enviará a un laboratorio con el fin de ser estudiado mediante un microscopio confocal de reflectancia, que permite ver las características de la lesión, la arquitectura del tejido célula por célula, determinar su extensión y profundidad. Este procedimiento se conoce como biopsia de piel.
El diagnóstico temprano juega un papel determinante, actualmente se desarrolla una técnica que examina lesiones cutáneas y determina si son cancerosas o no, mediante rayos de onda corta instalados en un celular y un escáner similar al que se utiliza en los aeropuertos. Se trata de un dispositivo portátil que representa una oportunidad para diagnósticos más expeditos, que puede reemplazar a la técnica de bisturí, eliminando brechas geográficas o disponibilidad de equipos. Negar Tavassolian, directora del Laboratorio de Bioelectromagnética Stevens, y su compañero posdoctoral Amir Mirbeik-Sabzevari, consideran que gracias a este dispositivo, podrían evitarse el 50% de las biopsias innecesarias que hoy en día se realizan, resulta innovador en un campo donde el diagnóstico, puede resultar confuso. Cabe mencionar, que ni el mejor dermatólogo especialista, podría determinar si un lunar es canceroso o no, a simple vista.
Así como el escáner del aeropuerto identifica metales mediante el reflejo de mayor energía, igual ocurre con los tumores cancerosos, que reflejan mayor energía que la piel sana. Esta tecnología no solo es innovadora, sino también económica, pues no exige más equipo adicional que el móvil con algunas adaptaciones de fabricación. Además, a diferencia de los equipos actuales, este dispositivo no resulta pesado, es portátil y muy confiable.
Los rayos de ondas milimétricas penetran en la piel, el escáner genera imágenes 3D en tiempo real de tumores para guiar a los cirujanos, eliminando la necesidad de múltiples biopsias, de prueba y error hasta conseguir eliminar completamente el tejido canceroso. El dispositivo puede configurarse para guardar un historial de información y se piensa, que podrían ser colocados en farmacia para realizar escaneos rápidos y la población acuda al médico en caso de ser necesario. El escáner ofrece un diagnóstico temprano, a bajo costo, portátil y fácil de usar.
La prevención es importante, por lo que es recomendable tomar el sol antes de las 10 de la mañana y después de la 5 de la tarde, sin broncearse; utilizar habitualmente un protector solar con un Factor de Protección Solar (FPS) de 30 o 50 si es posible; evitar exposición a radiación innecesaria continua como las camas de bronceado ya que son más peligrosas que la radiación natural solar.