El delirium es un problema serio de salud pública, los pacientes requieren cuidados que impactan en la economía de los familiares, sin embargo hasta ahora, es un padecimiento al que se le presta poca atención, es poco reconocido contribuyendo a su desarrollo y agravamiento, de manera no intencionada. Se trata de un trastorno agudo de la atención y la cognición que afecta a individuos de cualquier edad, aunque es mucho más frecuente en los adultos mayores, incrementando su incidencia con la edad y aún más frecuente, partir de los 75 y 80 años.
En México, en las instituciones de salud pública se ha reportado una prevalencia de delirium 38.3% de los adultos mayores hospitalizados y una incidencia del 12%, de los cuales casi la mitad tienen como antecedentes demencia, dolor no controlado o un procedimiento quirúrgico reciente.
La característica esencial del delirium consiste en una alteración de la conciencia donde la capacidad de atención hacia el entorno disminuye durante un periodo de tiempo de horas o días. Pueden aparecer alteraciones de la percepción, alucinaciones, sobre todo visuales, delirios paranoicos o de persecución, así como otros síntomas y trastornos asociados (alteración del ritmo sueño-vigilia, trastornos emocionales y alteraciones vegetativas). Comúnmente, el delirium se diagnostica tras un periodo de evaluación de confusión, para detectar problemas de atención, memoria y orientación, aunque se trata de una serie de preguntas y método estandarizado, éste no resulta objetivo y generalmente el delirium se detecta de manera tardía, cuando ya existe un malfuncionamiento cerebral. El delirium se confunde frecuentemente con la demencia, debido a que ambos padecimientos son frecuentes en ancianos.
Actualmente, se desarrolla un dispositivo para diagnosticar el delirium de manera temprana, cuando aparecen los primeros signos físicos, donde un aparato, parecido a una gorra o sombrero, miden la actividad eléctrica cerebral a través de un electrodo, realizando un ECG (electrocardiograma) que puede enviarse por bluetooth a un dispositivo móvil. Se colocan 3 electrodos desechables conectados al paciente que aunque un ECG no es un método nuevo, tradicionalmente se trata de un procedimiento engorroso, poco práctico que requiere hasta 256 electrodos conectados al paciente y la necesaria intervención de un neurólogo, el sistema que desarrolla es, en definitiva, un método más simple. Los resultados que se envían pueden ser interpretados por una enfermera o un cuidador de salud, pues se encuentran graficados de manera sencilla y pueden ser leídos e interpretados con facilidad.
Aunque los estudios continúan, se piensa que este dispositivo permitirá un diagnóstico en donde hasta ahora, no se realiza, y ahora promete poder realizarse en minutos, con una interpretación sencilla y para practicar el procedimiento, no se requiere la interpretación de un especialista.
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