Los exámenes de detección verifican la presencia de signos de enfermedad, como el cáncer de mama, antes de que la persona tenga síntomas. El propósito de los exámenes de detección es encontrar el cáncer en un estadio más temprano cuando se puede tratar y quizá curar. A veces, durante los exámenes de detección se encuentra cáncer que es muy pequeño o de crecimiento muy lento. Estos cánceres no suelen provocar la muerte ni enfermedad a lo largo de la vida de la persona.
Los científicos tratan de entender mejor quiénes tienen más probabilidades de enfermar de ciertos tipos de cáncer. Por ejemplo, analizan la edad de la persona, sus antecedentes familiares y ciertas exposiciones a lo largo de su vida.
Alrededor del 35% de las mujeres se hacen mamografías anuales a partir de los 40 años. Sin embargo, el valor de esas pruebas de detección ha sido muy debatido, porque las mamografías para personas de 40 años detectan relativamente pocos casos de cáncer de mama, generando resultados falsos positivos y produciendo algunos casos de tratamiento innecesario.
El debate es importante, pues mientras se pugna por iniciar una detección oportuna y temprana de cáncer de seno, algunos médicos recomiendan que las mujeres comiencen las mamografías regulares a partir de los 50 años y no a los 40, con el fin de poner el foco sobre, quienes consideran, es un grupo de mayor riesgo. Sin duda, se trataría de un cambio importante en la política de salud preventiva.
Un nuevo estudio en coautoría de académicos del MIT (Massachusetts Institute of Technology ) identifica un desafío importante en el diseño de tales pautas: las mujeres que comienzan a hacerse mamografías a los 40 años pueden ser más saludables que la población de mujeres de 40 años en general, y tienen una incidencia menor de cáncer de mama que aquellas que no comienzan a hacerse la prueba a esa edad, por lo que cambiar las recomendaciones de tiempos de detección, no sería una forma en sí, de establecer políticas de detección de éste tipo de cáncer.
En realidad se trata de un tema de comportamiento, no de costos y beneficios, ya que las mujeres que se realizan pruebas de detección a los 40 años, tienden a ser más saludables que quienes no las hacen y, si encuentran cáncer, es más probable que lo sea, pero menos agresivo y en una etapa anterior, lo cual es muy importante. No se puede simplemente olvidar el comportamiento humano y la selección humana al diseñar las prácticas recomendadas de atención médica.
Aunque algunos médicos especialistas, piensan que dirigir la detección a grupos de mayor riesgo, podría ser más eficaz que las recomendaciones generales basadas en la edad, que como ya mencionamos, atraen principalmente a mujeres sanas. Los exámenes de detección deben realizarse cuando todavía no hay síntomas, pues la probabilidad de éxito en la recuperación es mucho mayor.
La mamografía sigue siendo el examen de detección más común y seguro para identificar el cáncer de mama. Las imágenes por resonancia magnética se utilizan para examinar a pacientes con riesgo alto de cáncer de mama. Las mujeres de 50 a 69 años que se someten a mamografías de detección tienen menos probabilidades de morir por este cáncer que quienes no lo hacen. Aunque cuando se ha detectado cáncer en etapas iniciales, no se sabe con certeza si el menor riesgo de morir se debe a que el cáncer se descubrió más temprano mediante exámenes de detección o porque los tratamientos que se utilizaron fueron mejores.
Falsos positivos, falsos negativos, no todos los tipos de cáncer de mama causarán la muerte de las mujeres; una de cada 10 mamografías, arroja falso positivo, influye la destreza del radiólogo. Hay mucho que hacer en investigación clínica, es posible que algunos de los cánceres que solamente se encuentran con la mamografía nunca causen problemas de salud ni pongan en riesgo la vida. Encontrar estos cánceres se llama sobrediagnóstico.
Actualmente se trabaja en pruebas de detección recomendadas a los grupos de mayor riesgo, basadas en factores como la edad de las madres en el primer parto o marcadores genéticos, en lugar de considerar solamente la edad.
Un hecho es innegable: El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres en el mundo. En México, representa la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres. En los últimos años, el número de muertes causadas por esta enfermedad ha aumentado de forma alarmante, principalmente, por el retraso en el inicio del tratamiento, ya sea por la tardanza en la búsqueda de atención médica luego de que una mujer presenta un posible síntoma de cáncer de mama, o por la demora en el sistema de salud, particularmente al dar el diagnóstico definitivo.
Diagnósticos oportunos y precisos, dirigidos a los grupos correctos y una sensibilización sobre el tema en la población, debe ser un tema prioritario tanto para la investigación y pruebas de diagnóstico, como para los responsables de salud pública.